18 noviembre 2008

Becquer vs. Espronceda

Becquer vs Espronceda

La diferencia mas obvia entre Jose Adolfo Becquer y Jose de Espronceda es el estilo y temas de sus poemas. Tanto Becquer como Espronceda siguen un patron en todos sus poemas, este escribe de una forma dulce y amorosa mientras aquel escribe de forma mas fria y agonica. estas diferencias pueden deberse al pasado de cada uno de los autores, ya que tuvieron diferencias en sus pasados. Becquer escribe en un sentido mas magico y surreal, apartado de los hechos, divagando en el sueno. En cambio, Espronceda se enfoca en la vida y su frialdad, basandose en hechos reales y expandiendolos bajo sus opiniones y argumentos.




vs.

12 noviembre 2008

La cancion del pirata

LA CANCION DEL PIRATA.
Analisis


1. Transcriba en el reverso de la hoja 5 fragmentos del poema, que se relacionan con las caracteristicas del romanticismo.
2. Como le llaman al velero del pirata?
3. Senale con las letras “AM”, los versos que se relacionan con el ambiente marino.
4. Senale con las letras “CV”, los versos que se relacionan con las cualidades del velero.
5. Senale con las letras “VP”, los versos en donde se habla de las victorias del pirata.
6. Subraye el verso en donde se exalta la libertad.
7. Cual es el motivo de las guerras en el mundo segun el pirata?
8. Senale con las letras “GM”, los versos en donde se habla de las guerras en el mundo.
9. Senale con las letras “TP”, los versos en se refleja que el pirata ha estado en todas partes y manteniendo su ley.
10. Senale con las letras “OB”, los versos en donde el pirata se encuentra con otros barcos.
11. De que forma procede el pirata cuando tiene el botin en su poder?
12. Cuales son los tesoros mas importantes para el pirata?
13. Senale con las letra “O”, los versos en donde se destaca el optimismo y la confianza en su valor.
14. Senale con la letra “V”, los versos en donde el pirata manifiesta su desprecio por la vida.
15. Cual era la condicion de vida del personaje antes de ser pirata?
16. Como compara el pirata las batallas y las tormentas marinas?
17. Mencione los lugares a los que se hace referencia en el poema.
18. Encierre con un circulo, el estribillo del poema.
19. Explique con sus palabras el estribillo del poema.
20. Que tipo de sentimientos refleja el pirata en el poema?
21. Que puede simbolizar el mar para el pirata?
22. Elabore un pequeno argumento del contenido del poema.
23. Investigue en el diccionario, el significado de las siguientes palabras: bergantin, riela, pendones, aquilones.


En este poema se refleja el ambiento sociopolitico que se vivio en el periodo romantico. El socialmente problematica y depresiva que envolvia a la sociedad esta representada como el mar turbulento que azota al pirata. El pirata, siendo rey de los mares, domina los oceanos, y por ende se da a entender lo que peinsa de la sociedad. En el poema se puede ver como el autor demuestra signos de superioridad y prepotencia sobre la sociedad; la ve como una sociedad inferior sobre la que el tiene control y dominio.














El Mendigo

EL MENDIGO:

-Cual es el tema central del poema?
- Como considera el mundo? Por que?
- Como visualiza el trabajo de los demas? Cree que es una actitud correcta?
- Que idea es la que desea expresar entre los versos 5-10?
- Por que nunca le hace falta el alimento?
- Cuales son sus sentimientos?
- A quienes considera sus bienechores? Le interesa a el saberlo? Si o No? Por que?
- Como se describe?
- De que forma llama la atencion de los demas?
- Por que afirma que el gozo y el padecer estan cerca?
- Por que razon el tiempo no cuenta para el?
- Que piensa el sobre las circunstancias diversas?
- A que se refiere cuando expresa que todos hacen bien por el miedo del castigo? Piensa usted que tiene razon? Si o NO? Por que?
- Cual es su consuelo final?

3. Describa con sus palabras el contenido del poema.

4. Investigue en el diccionario, el significado de las siguientes palabras: abrego, turbion, furor, asolador, satira




En este poema podemos ver el aspecto pobre en que se ve envuelta la sociedad romantica. El autor nos da a entender el prblema econominco de ese entonces por medio de versos y estrofas. Aun cuandoel pobre mendigo no tiene ninguna propiedad fisica, es feliz. El mendigo descarta todo lo material y se enfoca en vivir su vida con lo que tiene y disfrutarla al maximo. Este era el pensamiento y el comportamiento de muchos pobres en el perido romantico. Es el comportamiento ejemplar que muchos seguian o deberian de seguir en timpos duros como el periodo romantico.

Introduccion a la lirica romantica


La Lirica Romantica.



Las características románticas de la exaltación del yo, el intimismo y el desbordamiento afectivo encuentran su máxima realización en la poesía. Los poetas románticos dan salida a su frenesí vitalista y a sus frustraciones, cantan sus esperanzas y desengaños amorosos, exhiben su melancolía y hastío, su pesimismo y escepticismo ante el mundo que los rodea.

La crítica social está presente en unos poemas donde el romántico expresa su ansia de libertad radical, evoca la figura del rebelde y, al mismo tiempo, ataca la miseria espiritual de su época. El sentimiento de rebelión del poeta adquiere una expresión personal claramente individualizada.

Las descripciones son abundantes -especialmente por el papel relevante que ocupa la naturaleza en el romanticismo- y los sentimientos encuentran marco adecuado en un paisaje abrupto, infinito, misterioso... De ahí el gusto por la noche, los lugares apartados, los cementerios, el mar embravecido, la tormenta, etc. El paisaje se convierte en un espejo de los estados del alma.

El amor es otro de los temas más frecuentes. Pero el amor romántico no trascurre sosegadamente, sino que aporta el sello de la pasión, con entregas súbitas, totales, y rápidos abandonos.

También la poesía moral ocupa un lugar destacado: hay ansia por desentrañar los secretos del universo o el misterio del más allá, el significado de la vida o el problema del hombre perdido en el mundo.
También adquiere especial desarrollo la poesía narrativa, inspirada en temas históricos, legendarios o exóticos, sobre todo orientales. Esta tendencia poética floreció en la primera mitad del siglo XIX y en ella son frecuentes los elementos misteriosos y sobrenaturales

autores



Autores Liricos Romanticos.


Jose de Espronceda.

Es la figura más representativa de la poesía romántica española.
Algunas obras.

La cancion del Pirata.
El mendigo.
El reo de muerte.
El verdugo.
El estudiante de Salamanca.
El diablo mundo.



Gustavo Adolfo Bécquer

Bécquer es un poeta intimista y reflexivo. Su poesía es la culminación del proceso de interiorización característico del romanticismo. Se le suele englobar dentro de lo que se conoce como Posromanticismo. Aunque su poesía expresa sentimientos y reflexiones producidas por su experiencia vital, sus textos no tienen un carácter autobiográfico.

Los temas de su poesía son entre otros:

· La creación poética. La poesía existe en la vida misma y el poeta trata de captarla y de transmitirla por el poema.

· El amor, desengaño amoroso y decepción. Es el tema central de las Rimas. Es un ideal inalcanzable y la amada, un ser inaccesible.

· La soledad y la muerte. La soledad se intensifica ante el enigma de la muerte y queda simbolizada en la tumba abandonada.

· El sueño y la naturaleza. La realidad es una fusión entre mundo y sueño. La naturaleza es expresión d los sentimientos del yo lírico, quien busca la integración en el mundo natural.


Su producción poética se recoge en las Rimas, setenta y nueve poemas breves, de los cuales sólo quince se publicaron en vida del autor. Tras la muerte del poeta, sus amigos prepararon una edición de las Rimas, publicada en 1871, en la que los poemas aparecen agrupados en cuatro grupos
:
· Primer grupo, rimas I-XI, que corresponden poemas sobre la poesía y su creación.

· Segundo grupo, rimas XII-XXIX, referidas al amor.

· Tercer grupo, rimas XXX-LI, sobre la decepción y el desengaño.

· Cuarto grupo, rimas LII-LXXVI, sobre la soledad y la muerte.


La obra de Bécquer tiene gran trascendencia en la poesía posterior. Su capacidad para aunar subjetividad, emotividad y ritmo en el lenguaje permiten situarlo en el origen de la lírica moderna en español.

Como analizar un poema?

COMO ANALIZAR UN POEMA?



Conocer de qué trata el poema.
(Encontrar la idea central)

Interpretarlo.
(Argumento y Mensaje)

Figuras literarias o elementos de los que se compone el poema.
(Investigar los siguientes conceptos: estribillo, hemistiquio, ritmo, sineresis, tirada, soneto, alegoria, apocope, metafora, anaphora, hiperbole, hiperbaton)

Numero de sílabas de cada verso.

Que son los versos de arte mayor y arte menor?

Que son las estrofas?

Rima (rima consonante y rima asonante)



Ejemplo rima consonante:

“No hay en la tierra interes
que, si la dana, me cuadre;
primero sere buen padre,
buen caballero despues”.


Ejemplo de rima asonante:

“Bajo la tarde
cantaba el sapo
la lluvia cae
sobre los charcos”


Aquí la rima también se produce entre los versos 2 y 4, a partir de la última vocal acentuada.
Sin embargo, la coincidencia sólo se produce en las vocales: a-o.

Las consonantes son distintas (p, rc y s).


Disposición de los versos en la estrofa; y cuyo tipo depende de

- El número de versos que la formen
- El número de sílabas de cada verso
- Tipo de rima


Veamos un ejemplo:

U/na/ tar/de/ par/da y/ frí/a
de in/vier/no/. Los/ co/le/gia/les
es/tu/dian/. Mo/no/to/ní/a
de/ llu/via/ tras/ los/ cris/ta/les.


Versos de 8 sílabas; por tanto son versos de Arte Menor.

Fijarse en la rima:

.... fría a
.... colegiales b
.... monotonía a
.... cristales b

Las letras "a" y "b" sirven para representar qué versos riman entre sí.
El 1º con el 3º (se repite "ía") y el 2º con el 4º(se repite "ales").

Con todos estos datos ya se puede decir qué tipo de estrofa es:

- La estrofa de cuatro versos de arte menor (octosílabos).
- Con rima consonante abab.
- Se llama Cuarteta.


OBSERVACIONES IMPORTANTES EN EL ANALISIS POETICO

Los textos pueden estar escritos en prosa o en verso.

La prosa no tiene forma propia. Se adapta al formato de la hoja en que se escribe.

La poesía se escribe en verso. Su forma es propia y ha sido dada por el poeta.

En un poema, cada línea recibe el nombre de verso.

La escritura en verso y la rima otorgan musicalidad a la poesía.

Para intensificar el sentido de un poema, el poeta emplea recursos conocidos como figuras literarias.

La reiteración es una figura literaria que consiste en repetir palabras o frases.

La rima es la coincidencia de sonidos entre las palabras finales de dos versos, a partir de la última vocal tónica o acentuada.

Cuando la coincidencia es total -afecta a vocales y consonantes-, se le denomina rima consonante.

Si sólo coinciden las vocales, recibe el nombre de rima asonante.

04 octubre 2008

Similitudes entre Don Alvaro y la Fuerza del Sino y Don Juan Tenorio

Las diferencias entre Don Alvaro y Don Juan Tenorio son vastas. La mas obvia es que ambas obras fueron escritas por escritores romanticos en el siglo romatico. Otra similitud es la sobreproteccion y amor enfermizo que demuestran ambos padres en la obra. El Marques maldice a su hija cuando la encuentra con Don Alvaro. Don Gonzalo demuestra ese amor cuando dice que prefiere a su hija muerta antes que ligada con Don Juan. Los personajes ingogntios en un apunto de la obra tambien es una similitud, por ejemplo Leonor y Don Juan enmascarado. Ambas historias son afectadas y formadas por el destino.

03 octubre 2008

Don Juan Tenorio

INTRODUCCIÓN
La obra narra las peripecias de don Juan Tenorio, un joven caballero entregado a una vida desenfrenada de apuestas, amoríos y duelos. El comienzo de la trama es de hecho una apuesta entre él y otro joven por ver quién en un año hace más maldad con más fortuna. Esto a su vez desencadena otra apuesto a ser posible más descabellada que consiste en que don Juan consiga seducir a una joven novicia, doña Inés, y a la prometida del otro joven. Don Juan con gran maestría va consiguiendo todo lo que se propone, pero cada vez su alma se va perdiendo más y más. Al final de la obra debe de enfrentarse literalmente a sus fantasmas y solo el amor que por él siente la joven Inés es capaz de salvarle de perecer eternamente en el infierno.
PRIMERA PARTE
ACTO PRIMERO: Libertinaje y escándalo
Comienza la acción en Sevilla por el año de 1545, estos cuatro primeros actos transcurren todos en la misma noche, es noche de carnaval y don Juan con antifaz escribe en una mesa en la hostería de Buttarelli, que conversa con Ciutti, que funge como criado de don Juan. Hablan de su señor al que presenta como un caballero español, franco, rico, noble y bravo, del que sin embargo dice desconocer el nombre. Don Juan se dirige a Ciutti y le entrega una carta que le dice debe ser entregada a doña Inés dentro del Horario en que reza y que debe esperar de su dueña, que sabe de sus intenciones, una hora, una llave y una seña.
Habla don Juan con Buttarelli y le pregunta por don Luis Mejía. Buttarelli le dice que no se encuentra en Sevilla hace tiempo. Don Juan le pide alguna noticia de él y entonces Buttarelli recuerda que ese mismo día se cumple el plazo de un año en el que apostaron Luis Mejía y Juan Tenorio que "quién haría en un año, con más fortuna, más daño". Don Juan le pregunta si cree que don Luis acuda a la cita y Buttarelli contesta que ojalá pues pagan bien las apuestas, pero que no cree que ninguno de los dos se acuerde de la apuesta y ya el plazo concluye. Don Juan le dice que de todas formas prepare dos de sus mejores botellas por si acaso aparecen.
Buttarelli cree que Mejía y Tenorio ya están en Sevilla pues aquel hombre parece saberlo bien, de pronto se asoma a la puerta y ve entre gran bullicio al forastero riñendo en la plaza. Piensa que estando los dos en la ciudad ésta anda ya toda revuelta y manda a Miguel que prepare la mesa para el encuentro de los dos hombres.
Aparece don Gonzalo de Ulloa (comendador de Calatrava) y le pregunta a Buttarelli si don Juan tiene hoy aquí una cita. El posadero le pregunta si él es don Luis y contesta que no, pero que le interesa presenciar el encuentro. Buttarelli le ofrece prepararle otra mesa cercana y don Gonzalo le dice que le gustaría verlos pero ocultamente. Buttarelli le dice que no hay ningún aposento contiguo, pero que por ser carnaval tras un antifaz cualquier señor se puede ocultar. Así don Gonzalo le indica que traiga el antifaz.
Mientras lo espera declama sus razones para presenciar el encuentro, pues parece querer guardar la honra de su hija, que dice prefiere ver antes muerta que esposa de don Juan. Buttarelli le trae el antifaz y le indica que la hora del encuentro ya está muy cercana, es a las ocho y quién no se presente a la primera campanada perderá. El posadero se retira preguntándose quién será ese caballero y el hombre se lamenta de estar en ese papel, aunque se dice que todo es por el bien de su hija.
Aparece en la puerta don Diego Tenorio que pregunta si ésta es la hostería del Laurel, si está el hostelero y si allí tiene una cita esa noche don Juan Tenorio. Pasa y se sienta al lado opuesto de don Gonzalo, dándole dinero a Buttarelli para que no haga preguntas. Don Diego se lamenta que un hombre de su linaje deba descender "a tan ruin mansión", pero piensa que no hay humillación a la que un padre no se rebaje por su hijo. Desde el fondo Buttarelli mira sorprendido a los dos hombres.
Llegan el capitán Centellas, Avellaneda y dos caballeros para presenciar la apuesta. Saludan a Buttarelli como viejos conocidos y él les trae botellas, mientras los caballeros discuten por ver quién de los dos apostadores es más mala cabeza y hacen también sus respectivas apuestas. Le preguntan a Buttarelli, que les cuenta la llegada de un hombre extraño con antifaz que escribió unas cartas y le dio dos monedas de oro para que preparara una mesa con su mejor vino. Le dicen si no reconoció a ninguno de los caballeros y él lo niega. Unos apuestan que era don Luis y otros que se trataba de don Juan. Comienzan a dar los cuartos de las ocho, entran varias personas a la hostería y al dar la última campanada don Juan con antifaz llega a la mesa preparada, inmediatamente llega hasta allí don Luis también con antifaz.
Los dos se retan y dudan sobre su identidad. Entonces se quitan los antifaces y sus amigos se acercan a saludarlos y también los curiosos. Pronto pasan a la apuesta de quién en un año podría hacer con más fortuna más maldades. Primero don Juan cuenta sus aventuras en Italia, sus duelos y amoríos e inmediatamente don Luis hace lo mismo relatando lo sucedido en Flandes y París, como perdió tres veces su fortuna y como piensa reponerla pues mañana se casa con doña Ana de Pantoja, rica doncella. Las dos historias de ambos son muy parecidas por lo que se disponen a revisar las listas que los dos llevan con sus muertos en duelo y sus mujeres seducidas. Al hacer la cuenta don Juan aventaja en buen número a don Luis en ambos casos. Entonces don Luis desafiante le dice que sólo le falta en la lista una novicia que esté para profesar. Don Juan altanero le dice que acepta la apuesta y que adjuntará a ella la novia de algún amigo que para casarse esté, así le dice que piensa quitarle a doña Ana. Los dos aceptan la apuesta y hablan a solas un momento con sus criados.
Don Gonzalo interpela entonces a don Juan y le advierte que su padre le había apalabrado una boda para hacerle bien y que verlo allí le avergüenza. Don Juan le dice que se quite el antifaz, así lo hace ante la sorpresa de Tenorio y se marcha diciéndole que se olvide de doña Inés. Pero don Juan le contesta que o se la da o a quitársela ha de ir. Se planta ante él ahora don Diego que lo reprende y reniega de él y le recuerda que hay un Dios justiciero. Preguntándose quién es aquel que le habla de aquella forma le arranca el antifaz y se sorprende al ver a su padre. Don Diego y don Gonzalo salen diciendo que anulan la boda pactada, más don Juan no se amilana y al recibir el perdón de su padre y de Dios en el juicio final, le dice que muy largo se lo fía y que además él no ha pedido perdón.
Al salir de la hostería don Juan y don Luis son apresados por los alguaciles que cada uno de sus criados había hecho llamar delatando al contrario. Pero antes de separarse reafirman que la apuesta sigue en pie. Quedan el capitán Centellas, Avellaneda y otros curiosos apostando cada quién por uno de ellos.
ACTO SEGUNDO: Destreza
Aparece Don Luis Mejía escondido merodeando el exterior de la casa de doña Ana. Aparece Pascual, criado de doña Ana y don Luis lo llama. Éste se muestra sorprendido de verlo allí pues decían que andaban presos. Le dice que su primo, el tesorero real, le prestó dinero para que pudiera salir de prisión y le cuenta todo lo sucedido con don Juan, la apuesta y cómo teme por doña Ana, pues sabe de las habilidades portentosas del caballero Tenorio. Pascual intenta calmarlo diciéndole que don Juan se encuentra en prisión, más don Luis le dice que si él consiguió escapar por qué no ha podido hacer lo mismo su adversario. Después de expresarle estos temores don Luis le dice que la única forma en que se quedará tranquilo es pasando la noche dentro de la casa de doña Ana o que de los contrario toma la calle aunque la justicia lo halle, pues si hay alguien de quien se fíe menos que de don Juan es de las mujeres. Pascual le reprende pero finalmente acepta que pase con él la noche en su cuarto, más le pide silencio absoluto y cuando don Luis se dispone a entrar le dice que debe esperar a que su amo, don Gil de Pantoja se retire a sus aposentos a las diez, así que le pide que a esa espere en una reja y allí llame y que mientras confíe en él.
Sin embargo don Luis no puede esperar allí sin hacer nada, los nervios le corroen y no esperaba sentir tanto amor y desasosiego por doña Ana, así que se decide a llamar a la ventana. Allí le contesta doña Ana y él le cuenta de su miedo a don Juan, ella le dice que no tenga cuidado, que confíe en ella, pues mañana será su esposa. Sin embargo don Luis le pide por su tranquilidad que le conceda un favor.
Mientras conversan en el otro lado de la reja se encuentran don Juan y Ciutti. Éste le pregunta a su criado si ha cumplido bien sus encargos. Ciutti asiente y le entrega la llave del jardín del convento y dice que la beata le espera allí. El criado oye que hay alguien más en la reja y entonces al darse cuenta don Juan que se trata de don Luis hablando con una dama deciden tenderle una emboscada. Doña Ana y don Luis se despiden quedando en que ella le aguardará allí de nuevo a las diez y le entregará la llave de la casa. Oyen alguien que se acerca y se despiden. Es don Juan que intercepta a don Luis y cuando ambos desenvainan sus espadas, Ciutti con los suyos se colocan detrás de Mejía y lo atrapan. Don Juan se alegra de su buena suerte, pues ahora mientras le arrebata la dama el otro estará encerrado en su bodega. Pero de pronto oye llegar otra mujer.
Se trata de Brígida, la beata, que le trae noticias de la novicia doña Inés. Don Juan le pregunta si su paje le ha entregado un bolsillo y un papel, ella contesta que en él debe estar leyendo ahora doña Inés y que la ha preparado con tal maña que seguro caerá rendida ante él. Le dice que está muy hermosa, sólo tiene diecisiete años y que tanto le ha hablado de él que ya arde en su corazón una llama de amor inextinguible. Don Juan parece conmoverse ante el retrato que le pinta Brígida y ésta se sorprende, le dice, pues le creía un libertino. Él alega que "en un objeto tan noble hay que interesarse doble". Brígida le dice que las madres ya deben estar recogidas y que con la llave que le ha dado puede entrar por el claustro y llegar fácilmente a su celda. Sale Brígida y aparece Ciutti.
Le dice su escudero que por ahora está libre de don Luis y que se dispone a llamar a Lucía con una seña que tiene convenida con ella para que don Juan la pueda abordar. Llega Lucía y al verlo le pregunta qué quiere. Él sin preámbulos le dice que quiere ver a Ana de Pantoja. La muchacha primero se escandaliza, pues su ama casa mañana, pero rápidamente don Juan le ofrece una gran cantidad de dinero que de inmediato parece quitarle cualquier prejuicio. Quedan a las diez de la noche para que ella le entregue una llave. Don Juan se ríe exclamando que con oro no hay nada que falle, y se marchan mientras le dice a Ciutti: "a las nueve en el convento; a las diez en esta calle".
ACTO TERCERO: Profanación
En la celda de doña Inés habla con ella la abadesa, que parece comunicarle la decisión de su padre de que permanezca de por vida en el convento. La abadesa alaba su suerte pues como no ha salido nunca de allí y no conoce el mundo exterior tampoco lo puede añorar y por tanto está libre de tentación. Dice que de veras la envidia. Doña Inés suspira y la abadesa piensa que es porque hecha de menos a su aya, le dice que cuando regrese la enviará con ella y la manda a dormir.
Al marchar la abadesa se dice Inés que no sabe qué tiene pues las palabras de la abadesa que tanto otras veces la han convencido hoy parecían vacías. Oye las pisadas de su aya Brígida, que al entrar cierra la puerta, aunque Inés le dice que es orden en el convento de que esté abierta. Brígida le dice que así podrán hablar mejor y le pregunta si ha mirado el libro que le trajo. Inés contesta que no tuvo tiempo pues vino la abadesa. Brígida le anuncia que el libro se lo envía don Juan. Inés emocionada abre el libro y cae una carta de entre sus hojas. Inocente pregunta qué y de quién será aquel papel. De quién va ha ser, sino de don Juan, contesta el aya. La novicia suspira y le cuenta a Brígida como no hace otra cosa que pensar en el caballero Tenorio. Ella le dice que eso parece amor, pero Inés lo niega y dice no atreverse a leer la carta. Animada por su aya, por fin lee la carta de don Juan, que la va atrapando más y más hasta hacerle tragar el anzuelo entero. Cuando acaba Brígida le dice que tal vez como las ánimas don Juan pueda llegar hasta allí, si tiene la llave adecuada. En ese momento se oyen pasos en la escalera y aparece don Juan.
Inés lo mira sorprendida, sin saber si es realidad o espejismo y de la impresión cae desmayada, tomándola en sus brazos don Juan y dejando caer de sus manos la carta que éste le envió. Don Juan dice que así está mejor y que le ahorra tiempo, pues piensa llevársela y su gente abajo ya le espera. Brígida conmocionada piensa que aquel hombre es una fiera. Salen.
Entra la abadesa preguntándose dónde estarán Inés y su dueña, pues no las vió en su celda. Aparece la hermana Tornera y le dice que un caballero anciano quiere hablar con ella, que sus fueros le autorizan a pasar al convento. Al saber la abadesa que se trata de don Gonzalo de Ulloa, comendador de la orden, lo hace pasar. Éste le cuenta todo lo que tiene que ver con don Juan y le pide que traiga a su hija, pues él la quiere cuidar, ya que las gentes dicen que han visto a su aya hablando con el criado de don Juan. La abadesa manda a la Tornera que busque a doña Inés que no se encuentra en su lecho. El padre se sobresalta pues sabe que ya es hora de que esté allí y entonces encuentra la carta de don Juan, que lee lamentándose. Llega la Tornera diciendo que vio un hombre saltando por la tapia de la huerta y don Gonzalo sale corriendo, temiendo por su honor robado.
ACTO CUARTO: El diablo a las puertas del cielo.
En la quinta de don Juan Tenorio, cerca de Sevilla a orillas del Guadalquivir. En un balcón haban Ciutti y Brígida. Ésta se encuentra molida por la cabalgata a caballo. Inés se encuentra y ellos hablan de la osadía de don Juan. Las doce ya dan en la catedral y a esa hora dice Ciutti que debía regresar don Juan. Brígida pregunta por qué no vino con ellos y él le responde que todavía debía arreglar unos asuntos en la ciudad. Ciutti le señala el bergantín que anclado en el río los espera para llevarlos a salvo a Italia cuando regrese don Juan. Doña Inés empieza a despertar y el escudero le dice a Brígida que se encargue de ella.
Despierta Inés sorprendida por hallarse en aquel aposento desconocido. No recuerda nada y más se sorprende al saber que se halla en la quinta de don Juan. Brígida le cuenta una historia de un incendio en el convento y como ella se desmayó y don Juan las salvó a las dos de morir asfixiadas y por ser tales horas intempestivas las llevó a su casa hasta la aurora. Inés le dice que se vayan de allá, pues ella tiene la casa de su padre y no le parece bien estar en la de don Juan, pero la aya le dice que están lejos de Sevilla, al otro lado del Guadalquivir. Inés le pide que huyan, pues tiene envenenado el corazón, tal vez ama a don Juan, pero algo le dice que debe apartarse de él antes de que regrese, pues si lo ve delante de ella tal vez ya no tenga fuerzas para hacerlo. En ese momento oyen ruido de remos en el río, es don Juan que regresa. Brígida le dice que sus hombres la llevarán a su casa, pero que antes deben despedirse de él.
Llega don Juan, Brígida le dice lo del incendio que contó a Inés y él le dice que habló con su padre diciéndole que se encuentra en su casa segura. Sale Brígida y don Juan despliega toda su galantería, prometiéndole con las palabras más bellas a Inés que su amor por ella es sincero y verdadero. Inés embriagada le dice que ella siente lo mismo y él le propone hablar con su padre para que le entregue su amor. En ese momento oyen llegar otra barca, manda don Juan a Inés con Brígida y aparece Ciutti diciéndole que un enmascarado se empeña en entrevistarse con él. Don Juan le dice que le permita entrar.
Don Juan se ciñe al cinto la espada y dos pistolas y manda salir a su escudero. Aparece el enmascarado que se trata por supuesto de don Luis, que viene a vengar la afrenta de don Juan a doña Ana en un duelo, pues así dice que lo que apostaron fueron sus vidas y habiendo perdido él, no le queda otra opción que batirse. A punto están de comenzar el duelo cuando oyen ruidos fuera.
Entra Ciutti anunciando que llega el Comendador con hombres armados y pidiéndole a don Juan que huya por su vida, más don Juan le pide que deje entrar al Comendador, pero sólo a él. Entonces le pide a don Luis que espere detrás de una puerta que hable con el Comendador, pues su hija allí se encuentra y que en cuanto acabe se batirá con él. A regañadientes don Luis acepta.
Entra el Comendador enfurecido dispuesto a recuperar a su hija y darle su merecido a su secuestrador. Don Juan sin embargo postrándose a sus pies le pide que le perdone, pues declara que su amor por doña Inés es verdadero y que su candidez ha logrado lo que no han conseguido encierros ni sermones de curas, volverle de un demonio en un ángel. Dice que hará cuanto el Comendador señale, pagará su penitencia si al final él le permite casarse con su hija honradamente. Pero el Comendador se niega a hacerle caso y declara que nunca será su esposa, que es un cobarde y que sospecha que esta es la última de las tretas de don Juan para salirse con la suya, pero que no lo logrará. Don Juan le dice que le quiso satisfacer, pero que ahora con armas habrá de probarle su honor y valentía.
Sale don Lis Mejía de su escondite reclamando también su venganza y así quedan los dos afrentados cara a cara con don Juan, se produce una reyerta y el Tenorio mata a sus dos adversarios. Sale Ciutti diciéndole a su amo que se arroje por el balcón para salvarse y así lo hace, oyéndoselo caer al río y ser recogido por el barco que se aleja rápidamente.
Al momento entran soldados y alguaciles en la habitación, seguidos de doña Inés y Brígida. Encuentran a los dos cadáveres. Doña Inés reconoce el cadáver de su padre. Los soldados ven alejarse el barco y claman justicia por doña Inés. "Pero no contra don Juan", exclama la enamorada.
SEGUNDA PARTE
ACTO PRIMERO: La sombra de doña Inés.
Panteón de la familia Tenorio. Estos tres actos restantes suceden en una noche, cinco años después de lo narrado anteriormente. En el hermoso jardín del cementerio se pueden observar en primer término los sepulcros de don Gonzalo de Ulloa, de doña Inés y de don Luis Mejía. Detrás de estos se observa el sepulcro de don Diego Tenorio.
El escultor admirando su obra ya terminada, se dispone a marcharse cuando llega don Juan embozado. Le pide al escultor que le explique, pues hace tiempo que falta de España y encuentra este recinto muy distinto. El escultor le dice que por supuesto pues antes aquello era un palacio que se convirtió en panteón por deseo de su propietario. Le dice que es una famosa historia a la cual él debe su fama y don Juan le pide que se la relate. El escultor le narra como habitó allí un caballero, don Diego tenorio, que tuvo al peor de los hijos, así que dejó su hacienda al que la convirtiera en panteón, con la condición de que se enterrara en él a aquellos que habían perecido por la maldad de su hijo. Le cuenta que él es el escultor que hizo todas las estatuas y le pregunta si conoció a los difuntos y al tal don Juan. Éste asiente y va reconociendo las estatuas allí presentes y tras defender el honor de tal caballero don Juan, de pronto divisa la estatua de doña Inés. Pregunta si ella también murió y el escultor le contesta que al parecer murió de sentimiento al volver al convento abandonada por don Juan. Éste le pide al escultor que le deje solo y le entregue las llaves del campo santo, más cuando le dice que es imposible descubre su identidad y amenazándolo le hace entregar las llaves.
Queda sólo don Juan en el panteón, observando que a los que la vida quitó dio una buena sepultura. Parece meditar sus acciones pasadas y así se dirige a la estatua de doña Inés diciéndole que desde que tuvo que huir no pensó en otra cosa que en ella y ahora que por fin consigue regresar, lo hace para encontrar su sepultura. Se apoya en el sepulcro y esconde su rostro entre sus manos como si llorara. De pronto un vapor envuelve la estatua de doña Inés y ésta desaparece. Don Juan sale de su estupor, cree sentir un ser sobrenatural y ve que la estatua ha desaparecido.
Aparece la sombra de doña Inés hablándole a don Juan. Éste cree enloquecer y escucha sus palabras. Ella le dice que ofreció su alma a Dios en precio de la alma impura de don Juan y éste le dijo que si tanto lo quería allí en su sepultura esperase a don Juan, y que su salvación dependerá de que él se arrepienta, más si no lo hace junto a su alma la de doña Inés perecerá. Así le dice que esa noche obre con conciencia pues es la fecha en donde se decidirá su destino y diciendo esto desaparece la sombra de Inés. Todo queda como antes menos la estatua que no vuelve a aparecer.
Don Juan queda atónito y piensa que todos son imaginaciones de su conciencia y reta a los difuntos a que salgan, para que él de nuevo los regrese a sus sepulturas.
Aparecen el capitán Centellas y Avellaneda llamando a don Juan Tenorio. Éste al verlos los trata de espectros, más ellos se identifican como amigos y lo saludan. Le preguntan qué hace allí y él les contesta que habla con sus difuntos. Ellos se mofan y le preguntan si tiene miedo de ellos y él altivo lo niega. Le piden que esa noche les cuente la historia de su regreso a Sevilla. Los invita a cenar esa noche a su hacienda para contarles la historia, pero antes de marcharse para demostrar que no tiene miedo a los espectros convida a la cena al Comendador dirigiéndose a su sepulcro. Centellas le dice que eso no es valor sino locura, más don Juan reafirma su invitación.
ACTO SEGUNDO: La estatua de don Gonzalo.
En el aposento de don Juan cenan sentados a la mesa con él, Centellas y Avellaneda. En la mesa se ve un cubierto más y una silla desocupada.
Don Juan relata como recibió el favor del emperador que le permitió regresar a Sevilla y como compró inmediatamente una casa amueblada que se vendió barato como pago a acreedores. Sirven vino y don Juan le dice a Ciutti que sirva al Comendador. Sus amigos se ríen de él, más les indica que aunque un amigo no haya podido venir no va a dejar de servirle como debe. Ríen y mientras brindan se oye un aldabonazo en la puerta de la calle. Manda don Juan a Ciutti que abra, pero él regresa diciendo que no se ve a nadie afuera. Vuelven a llamar y don Juan le dice a Ciutti que le dé un pistoletazo al bromista. Suenan más aldabonazos, pero esta vez en la escalera. Don Juan les dice a sus amigos que se trata de una broma por ellos tramada, pero los señores lo niegan. Mientras los aldabonazos suenan cada vez más cerca. Don Juan cierra los cerrojos de la puerta de la sala y les pide que vuelvan a cenar. Llaman ya a esa puerta y entonces Tenorio reta a los que llaman, pues si se trata de muertos por la puerta cerrada deben poder pasar. En ese momento la estatua de don Gonzalo pasa por la puerta sin abrirla y sin hacer ruido.
Centellas y Avellaneda caen desfallecidos al ver aquel portento. Don Juan exclama: "Es realidad o deliro". La estatua del Comendador le dice que por qué se asombra de encontrar allí al que él mismo convidó. Don Juan reconoce la voz del Comendador y le dice que como no sea un espectro no saldrá vivo de allí. La estatua le avisa que Dios le concedió el derecho a asistir a aquella cita para avisar a don Juan que hay una eternidad después de la vida y que él ha de morir mañana, por lo que Dios todavía le concede ese plazo para que ordene su conciencia. Entonces lo convida a que mañana se encuentre con él pagándole así la visita. Don Juan acepta la invitación pero dice que antes quiere cerciorarse de que se trata de un espectro. Toma su pistola pero antes de que pueda disparar éste desaparece atravesando la pared.
Don Juan duda de su visión y cree que sea causa de los licores ingeridos. Llama entonces a doña Inés que antes le dijo que a su lado aparecería si la necesitaba y entonces traspasando la pared aparece la sombra de la difunta. Ella le insta a que mañana acuda a la cita y con cordura acepte la muerte y ese día sus cuerpos dormirán en la misma sepultura. Desaparece la sombra.
Queda don Juan sorprendido y nervioso y piensa que esta fue treta de sus amigos que fingieron estar dormidos y tal broma le jugaron. Los despierta preguntándoles si es esto cierto mas lo9s dos dicen no saber nada y creen sin embargo que es don Juan el que los ha dormido con un veneno para luego poderles contar la historia de los difuntos. Se ensartan en tal discusión que acaban retándose a duelo.
ACTO TERCERO: Misericordia de Dios y apoteosis del amor.
En el panteón de la familia Tenorio aparece don Juan, embozado y distraído, lamentándose por la muerte de sus dos amigos, que dice buscaron su propia ruina. Ve que falta la estatua de don Gonzalo y llama al Comendador. El sepulcro se cambia en una parodia de mesa de convidado, con culebras, fuego y cenizas. Todos los otros sepulcros se abren y aparecen las osamentas de las víctimas de don Juan y la estatua de don Gonzalo. La única tumba que permanece es la de Inés.
La estatua le dice que ya su tiempo expira pues el capitán lo mató fuera de su casa. Don Juan exclama que ya no hay perdón para él y la estatua le pide que le dé la mano en señal de despedida. En ese momento exclama que como desaprovecha su último momento de redención de su mano ha de ir al infierno. Don Juan se intenta zafar de la mano de piedra mas todos los muertos se ciernen ya sobre él. Don Juan se inca de rodillas pidiendo perdón al cielo con una mano levantada. En ese momento aparece doña Inés tomando la mano de don Juan y dice que al entregar su alma salvó a la de su amado. Manda a los muertos regresar a sus sepulcros y exclama que el amor salvó a don Juan. Cae doña Inés sobre un lecho de flores y a su lado cae don Juan, de sus bocas salen sus almas como dos llamas brillantes que se pierden en el cielo al compás de la música.

Jose de Zorrilla


Dramaturgo y poeta español que fue una de las figuras más destacadas del romanticismo. Nació en Valladolid y estudió en las universidades de Toledo y Valladolid. Escritor enormemente prolífico, publicó cuarenta obras, en su mayoría historias nacionales, entre 1839 y 1849. También completó los Cantos del trovador (1840-1841), una serie de leyendas españolas escritas en verso. En 1850 se trasladó a Francia y en 1855 a México. De regreso a España, en 1866, comprobó que pese a la extraordinaria popularidad que había alcanzado su obra no podía cobrar derechos de autor. Vivió en la pobreza hasta que finalmente obtuvo una pequeña pensión del Gobierno. En 1889 fue nombrado poeta laureado de España. El genio de Zorrilla como poeta de su tiempo se advierte principalmente en sus leyendas y en su poema épico Granada (1852). Entre sus principales obras dramáticas figuran Don Juan Tenorio (1844), que sigue siendo la obra teatral española más popular, y Traidor, incofeso y mártir (1849). Su autobiografía Recuerdos del tiempo viejo apareció en 1880.

08 septiembre 2008

El Drama Romantico

Se denomina drama romántico a un tipo de pieza teatral puesto de moda durante el Romanticismo, en el siglo XIX. No debe confundirse con la expresión anglicista homónima donde romántico equivale a "de tema amoroso" que no es equivalente.
Sus características principales son:

1. Voluntad de romper con la estructura del drama neoclásico.

2. Mezcla de lo cómico y lo serio, en busca de expresar lo grotesco por medio del contraste entre valores positivos y negativos de la existencia; de personajes de alta y baja condición social y de prosa y verso en algunas piezas, pero no llegó a triunfar. Una vez que a los dramaturgos se les pasa la fiebre de romper con las normas escriben sus obras en verso.

3. Cronotopo dinámico que rompe las tres unidades aristotélicas de acción (se cuenta más de una historia), de lugar (transcurre en varios lugares distintos y apartados o separados entre sí, de forma que utilizan gran número de escenografías y decorados o cuadros) de tiempo (transcurre en más de veinticuatro horas, y a veces incluso puede durar toda una vida, con diversos y extensos cortes cronológicos que marcan los saltos en la acción)

4. Ambientación lúgubre, nocturna o agitada por todo tipo de fenómenos violentos de la naturaleza: tormentos, rayos, naufragios, etcétera.

5. Ruptura de la unidad de estilo, mezclándose prosa y verso, y en el seno del mismo verso adoptando la polimetría.

6. Rechazo de los temas grecolatinos y preferencia por los de historia medieval, las leyendas y las civilizaciones exóticas y remotas.

7. Los personajes suelen ser misteriosos o rebeldes a la sociedad de su época, contra la cual se enfrentan.

8. Abundan las acotaciones escénicas, tanto las que se refieren a escenografía romántica, como las que se refieren a la actitud de los personajes.

9. Fuerte temporalización frente a la atemporalidad del teatro neoclásico, y espesa concreción del espacio teatral.

10. La acción aparece siempre cuidadosamente localizada.

11. La escenografía cobra gran importante en la obra.

12. El número de actos puede variar entre tres, cuatro y cinco.

13. El tema fundamental es el destino, vehiculado normalmente a través del amor, siempre apasionado, un amor absoluto, más allá del bien y del mal, siempre relativo.

14. Tema de la libertad como sentimiento.

15. Voluntad de crear una intriga compleja y sorprendente que mantenga atento al espectador y le procure emociones truculentas por encima de la acción puramente dramática.

16. Desaparece la finalidad didáctica propia del siglo XVIII. Tan solo buscan conmover e inspirar al público.

Ejemplos de dramas románticos son, en Francia, Hernani o Cronwell de Víctor Hugo; en el Romanticismo español, Don Álvaro o La fuerza del sino, del Duque de Rivas, El trovador de Antonio García Gutiérrez, Los amantes de Teruel de Juan Eugenio Hartzenbusch, Don Juan Tenorio, de Zorrilla

06 septiembre 2008

Reaccion Personal a la Obra

De manera que se va desenvolviendo la obra, podemos ver como el destino es un factor crucial en el conflicto de la obra. Todos los sucesos que le ocurren a Don Alvaro, se ven de manera positiva, pero a la larga, ocurren para cumplir con el destino fatal de Don Alvaro. Un claro ejemplo de esto es cuando Don Alvaro tira la pistola al suelo. El lo hace arrepentido y para no lastimar a nadie, pero el destino le juega en contra y esta se dispara sola. Otro ejemplo es cuando Don Alvaro cae herido en batalla y Don Carlos, su enemigo, lo salva sin sabere quien es en realidad. Don Alvaro cae esperanzado que al fin morira, pero lo slava su peor enemigo. Esta historia esta basada en ironia pura. La historia se vuelve mas interesante y los detinos de los personajes se mezclan a la vez que la obra progresa.

Don Alvaro y la Fuerza del Sino

PRIMERA PARTE
ACTO PRIMERO: Libertinaje y escándalo
Comienza la acción en Sevilla por el año de 1545, estos cuatro primeros actos transcurren todos en la misma noche, es noche de carnaval y don Juan con antifaz escribe en una mesa en la hostería de Buttarelli, que conversa con Ciutti, que funge como criado de don Juan. Hablan de su señor al que presenta como un caballero español, franco, rico, noble y bravo, del que sin embargo dice desconocer el nombre. Don Juan se dirige a Ciutti y le entrega una carta que le dice debe ser entregada a doña Inés dentro del Horario en que reza y que debe esperar de su dueña, que sabe de sus intenciones, una hora, una llave y una seña.
Habla don Juan con Buttarelli y le pregunta por don Luis Mejía. Buttarelli le dice que no se encuentra en Sevilla hace tiempo. Don Juan le pide alguna noticia de él y entonces Buttarelli recuerda que ese mismo día se cumple el plazo de un año en el que apostaron Luis Mejía y Juan Tenorio que "quién haría en un año, con más fortuna, más daño". Don Juan le pregunta si cree que don Luis acuda a la cita y Buttarelli contesta que ojalá pues pagan bien las apuestas, pero que no cree que ninguno de los dos se acuerde de la apuesta y ya el plazo concluye. Don Juan le dice que de todas formas prepare dos de sus mejores botellas por si acaso aparecen.
Buttarelli cree que Mejía y Tenorio ya están en Sevilla pues aquel hombre parece saberlo bien, de pronto se asoma a la puerta y ve entre gran bullicio al forastero riñendo en la plaza. Piensa que estando los dos en la ciudad ésta anda ya toda revuelta y manda a Miguel que prepare la mesa para el encuentro de los dos hombres.
Aparece don Gonzalo de Ulloa (comendador de Calatrava) y le pregunta a Buttarelli si don Juan tiene hoy aquí una cita. El posadero le pregunta si él es don Luis y contesta que no, pero que le interesa presenciar el encuentro. Buttarelli le ofrece prepararle otra mesa cercana y don Gonzalo le dice que le gustaría verlos pero ocultamente. Buttarelli le dice que no hay ningún aposento contiguo, pero que por ser carnaval tras un antifaz cualquier señor se puede ocultar. Así don Gonzalo le indica que traiga el antifaz.
Mientras lo espera declama sus razones para presenciar el encuentro, pues parece querer guardar la honra de su hija, que dice prefiere ver antes muerta que esposa de don Juan. Buttarelli le trae el antifaz y le indica que la hora del encuentro ya está muy cercana, es a las ocho y quién no se presente a la primera campanada perderá. El posadero se retira preguntándose quién será ese caballero y el hombre se lamenta de estar en ese papel, aunque se dice que todo es por el bien de su hija.
Aparece en la puerta don Diego Tenorio que pregunta si ésta es la hostería del Laurel, si está el hostelero y si allí tiene una cita esa noche don Juan Tenorio. Pasa y se sienta al lado opuesto de don Gonzalo, dándole dinero a Buttarelli para que no haga preguntas. Don Diego se lamenta que un hombre de su linaje deba descender "a tan ruin mansión", pero piensa que no hay humillación a la que un padre no se rebaje por su hijo. Desde el fondo Buttarelli mira sorprendido a los dos hombres.
Llegan el capitán Centellas, Avellaneda y dos caballeros para presenciar la apuesta. Saludan a Buttarelli como viejos conocidos y él les trae botellas, mientras los caballeros discuten por ver quién de los dos apostadores es más mala cabeza y hacen también sus respectivas apuestas. Le preguntan a Buttarelli, que les cuenta la llegada de un hombre extraño con antifaz que escribió unas cartas y le dio dos monedas de oro para que preparara una mesa con su mejor vino. Le dicen si no reconoció a ninguno de los caballeros y él lo niega. Unos apuestan que era don Luis y otros que se trataba de don Juan. Comienzan a dar los cuartos de las ocho, entran varias personas a la hostería y al dar la última campanada don Juan con antifaz llega a la mesa preparada, inmediatamente llega hasta allí don Luis también con antifaz.
Los dos se retan y dudan sobre su identidad. Entonces se quitan los antifaces y sus amigos se acercan a saludarlos y también los curiosos. Pronto pasan a la apuesta de quién en un año podría hacer con más fortuna más maldades. Primero don Juan cuenta sus aventuras en Italia, sus duelos y amoríos e inmediatamente don Luis hace lo mismo relatando lo sucedido en Flandes y París, como perdió tres veces su fortuna y como piensa reponerla pues mañana se casa con doña Ana de Pantoja, rica doncella. Las dos historias de ambos son muy parecidas por lo que se disponen a revisar las listas que los dos llevan con sus muertos en duelo y sus mujeres seducidas. Al hacer la cuenta don Juan aventaja en buen número a don Luis en ambos casos. Entonces don Luis desafiante le dice que sólo le falta en la lista una novicia que esté para profesar. Don Juan altanero le dice que acepta la apuesta y que adjuntará a ella la novia de algún amigo que para casarse esté, así le dice que piensa quitarle a doña Ana. Los dos aceptan la apuesta y hablan a solas un momento con sus criados.
Don Gonzalo interpela entonces a don Juan y le advierte que su padre le había apalabrado una boda para hacerle bien y que verlo allí le avergüenza. Don Juan le dice que se quite el antifaz, así lo hace ante la sorpresa de Tenorio y se marcha diciéndole que se olvide de doña Inés. Pero don Juan le contesta que o se la da o a quitársela ha de ir. Se planta ante él ahora don Diego que lo reprende y reniega de él y le recuerda que hay un Dios justiciero. Preguntándose quién es aquel que le habla de aquella forma le arranca el antifaz y se sorprende al ver a su padre. Don Diego y don Gonzalo salen diciendo que anulan la boda pactada, más don Juan no se amilana y al recibir el perdón de su padre y de Dios en el juicio final, le dice que muy largo se lo fía y que además él no ha pedido perdón.
Al salir de la hostería don Juan y don Luis son apresados por los alguaciles que cada uno de sus criados había hecho llamar delatando al contrario. Pero antes de separarse reafirman que la apuesta sigue en pie. Quedan el capitán Centellas, Avellaneda y otros curiosos apostando cada quién por uno de ellos.

ACTO SEGUNDO: Destreza

Aparece Don Luis Mejía escondido merodeando el exterior de la casa de doña Ana. Aparece Pascual, criado de doña Ana y don Luis lo llama. Éste se muestra sorprendido de verlo allí pues decían que andaban presos. Le dice que su primo, el tesorero real, le prestó dinero para que pudiera salir de prisión y le cuenta todo lo sucedido con don Juan, la apuesta y cómo teme por doña Ana, pues sabe de las habilidades portentosas del caballero Tenorio. Pascual intenta calmarlo diciéndole que don Juan se encuentra en prisión, más don Luis le dice que si él consiguió escapar por qué no ha podido hacer lo mismo su adversario. Después de expresarle estos temores don Luis le dice que la única forma en que se quedará tranquilo es pasando la noche dentro de la casa de doña Ana o que de los contrario toma la calle aunque la justicia lo halle, pues si hay alguien de quien se fíe menos que de don Juan es de las mujeres. Pascual le reprende pero finalmente acepta que pase con él la noche en su cuarto, más le pide silencio absoluto y cuando don Luis se dispone a entrar le dice que debe esperar a que su amo, don Gil de Pantoja se retire a sus aposentos a las diez, así que le pide que a esa espere en una reja y allí llame y que mientras confíe en él.
Sin embargo don Luis no puede esperar allí sin hacer nada, los nervios le corroen y no esperaba sentir tanto amor y desasosiego por doña Ana, así que se decide a llamar a la ventana. Allí le contesta doña Ana y él le cuenta de su miedo a don Juan, ella le dice que no tenga cuidado, que confíe en ella, pues mañana será su esposa. Sin embargo don Luis le pide por su tranquilidad que le conceda un favor.
Mientras conversan en el otro lado de la reja se encuentran don Juan y Ciutti. Éste le pregunta a su criado si ha cumplido bien sus encargos. Ciutti asiente y le entrega la llave del jardín del convento y dice que la beata le espera allí. El criado oye que hay alguien más en la reja y entonces al darse cuenta don Juan que se trata de don Luis hablando con una dama deciden tenderle una emboscada. Doña Ana y don Luis se despiden quedando en que ella le aguardará allí de nuevo a las diez y le entregará la llave de la casa. Oyen alguien que se acerca y se despiden. Es don Juan que intercepta a don Luis y cuando ambos desenvainan sus espadas, Ciutti con los suyos se colocan detrás de Mejía y lo atrapan. Don Juan se alegra de su buena suerte, pues ahora mientras le arrebata la dama el otro estará encerrado en su bodega. Pero de pronto oye llegar otra mujer.
Se trata de Brígida, la beata, que le trae noticias de la novicia doña Inés. Don Juan le pregunta si su paje le ha entregado un bolsillo y un papel, ella contesta que en él debe estar leyendo ahora doña Inés y que la ha preparado con tal maña que seguro caerá rendida ante él. Le dice que está muy hermosa, sólo tiene diecisiete años y que tanto le ha hablado de él que ya arde en su corazón una llama de amor inextinguible. Don Juan parece conmoverse ante el retrato que le pinta Brígida y ésta se sorprende, le dice, pues le creía un libertino. Él alega que "en un objeto tan noble hay que interesarse doble". Brígida le dice que las madres ya deben estar recogidas y que con la llave que le ha dado puede entrar por el claustro y llegar fácilmente a su celda. Sale Brígida y aparece Ciutti.
Le dice su escudero que por ahora está libre de don Luis y que se dispone a llamar a Lucía con una seña que tiene convenida con ella para que don Juan la pueda abordar. Llega Lucía y al verlo le pregunta qué quiere. Él sin preámbulos le dice que quiere ver a Ana de Pantoja. La muchacha primero se escandaliza, pues su ama casa mañana, pero rápidamente don Juan le ofrece una gran cantidad de dinero que de inmediato parece quitarle cualquier prejuicio. Quedan a las diez de la noche para que ella le entregue una llave. Don Juan se ríe exclamando que con oro no hay nada que falle, y se marchan mientras le dice a Ciutti: "a las nueve en el convento; a las diez en esta calle".

ACTO TERCERO: Profanación

En la celda de doña Inés habla con ella la abadesa, que parece comunicarle la decisión de su padre de que permanezca de por vida en el convento. La abadesa alaba su suerte pues como no ha salido nunca de allí y no conoce el mundo exterior tampoco lo puede añorar y por tanto está libre de tentación. Dice que de veras la envidia. Doña Inés suspira y la abadesa piensa que es porque hecha de menos a su aya, le dice que cuando regrese la enviará con ella y la manda a dormir.
Al marchar la abadesa se dice Inés que no sabe qué tiene pues las palabras de la abadesa que tanto otras veces la han convencido hoy parecían vacías. Oye las pisadas de su aya Brígida, que al entrar cierra la puerta, aunque Inés le dice que es orden en el convento de que esté abierta. Brígida le dice que así podrán hablar mejor y le pregunta si ha mirado el libro que le trajo. Inés contesta que no tuvo tiempo pues vino la abadesa. Brígida le anuncia que el libro se lo envía don Juan. Inés emocionada abre el libro y cae una carta de entre sus hojas. Inocente pregunta qué y de quién será aquel papel. De quién va ha ser, sino de don Juan, contesta el aya. La novicia suspira y le cuenta a Brígida como no hace otra cosa que pensar en el caballero Tenorio. Ella le dice que eso parece amor, pero Inés lo niega y dice no atreverse a leer la carta. Animada por su aya, por fin lee la carta de don Juan, que la va atrapando más y más hasta hacerle tragar el anzuelo entero. Cuando acaba Brígida le dice que tal vez como las ánimas don Juan pueda llegar hasta allí, si tiene la llave adecuada. En ese momento se oyen pasos en la escalera y aparece don Juan.
Inés lo mira sorprendida, sin saber si es realidad o espejismo y de la impresión cae desmayada, tomándola en sus brazos don Juan y dejando caer de sus manos la carta que éste le envió. Don Juan dice que así está mejor y que le ahorra tiempo, pues piensa llevársela y su gente abajo ya le espera. Brígida conmocionada piensa que aquel hombre es una fiera. Salen.
Entra la abadesa preguntándose dónde estarán Inés y su dueña, pues no las vió en su celda. Aparece la hermana Tornera y le dice que un caballero anciano quiere hablar con ella, que sus fueros le autorizan a pasar al convento. Al saber la abadesa que se trata de don Gonzalo de Ulloa, comendador de la orden, lo hace pasar. Éste le cuenta todo lo que tiene que ver con don Juan y le pide que traiga a su hija, pues él la quiere cuidar, ya que las gentes dicen que han visto a su aya hablando con el criado de don Juan. La abadesa manda a la Tornera que busque a doña Inés que no se encuentra en su lecho. El padre se sobresalta pues sabe que ya es hora de que esté allí y entonces encuentra la carta de don Juan, que lee lamentándose. Llega la Tornera diciendo que vio un hombre saltando por la tapia de la huerta y don Gonzalo sale corriendo, temiendo por su honor robado.

ACTO CUARTO: El diablo a las puertas del cielo.

En la quinta de don Juan Tenorio, cerca de Sevilla a orillas del Guadalquivir. En un balcón haban Ciutti y Brígida. Ésta se encuentra molida por la cabalgata a caballo. Inés se encuentra y ellos hablan de la osadía de don Juan. Las doce ya dan en la catedral y a esa hora dice Ciutti que debía regresar don Juan. Brígida pregunta por qué no vino con ellos y él le responde que todavía debía arreglar unos asuntos en la ciudad. Ciutti le señala el bergantín que anclado en el río los espera para llevarlos a salvo a Italia cuando regrese don Juan. Doña Inés empieza a despertar y el escudero le dice a Brígida que se encargue de ella.
Despierta Inés sorprendida por hallarse en aquel aposento desconocido. No recuerda nada y más se sorprende al saber que se halla en la quinta de don Juan. Brígida le cuenta una historia de un incendio en el convento y como ella se desmayó y don Juan las salvó a las dos de morir asfixiadas y por ser tales horas intempestivas las llevó a su casa hasta la aurora. Inés le dice que se vayan de allá, pues ella tiene la casa de su padre y no le parece bien estar en la de don Juan, pero la aya le dice que están lejos de Sevilla, al otro lado del Guadalquivir. Inés le pide que huyan, pues tiene envenenado el corazón, tal vez ama a don Juan, pero algo le dice que debe apartarse de él antes de que regrese, pues si lo ve delante de ella tal vez ya no tenga fuerzas para hacerlo. En ese momento oyen ruido de remos en el río, es don Juan que regresa. Brígida le dice que sus hombres la llevarán a su casa, pero que antes deben despedirse de él.
Llega don Juan, Brígida le dice lo del incendio que contó a Inés y él le dice que habló con su padre diciéndole que se encuentra en su casa segura. Sale Brígida y don Juan despliega toda su galantería, prometiéndole con las palabras más bellas a Inés que su amor por ella es sincero y verdadero. Inés embriagada le dice que ella siente lo mismo y él le propone hablar con su padre para que le entregue su amor. En ese momento oyen llegar otra barca, manda don Juan a Inés con Brígida y aparece Ciutti diciéndole que un enmascarado se empeña en entrevistarse con él. Don Juan le dice que le permita entrar.
Don Juan se ciñe al cinto la espada y dos pistolas y manda salir a su escudero. Aparece el enmascarado que se trata por supuesto de don Luis, que viene a vengar la afrenta de don Juan a doña Ana en un duelo, pues así dice que lo que apostaron fueron sus vidas y habiendo perdido él, no le queda otra opción que batirse. A punto están de comenzar el duelo cuando oyen ruidos fuera.
Entra Ciutti anunciando que llega el Comendador con hombres armados y pidiéndole a don Juan que huya por su vida, más don Juan le pide que deje entrar al Comendador, pero sólo a él. Entonces le pide a don Luis que espere detrás de una puerta que hable con el Comendador, pues su hija allí se encuentra y que en cuanto acabe se batirá con él. A regañadientes don Luis acepta.
Entra el Comendador enfurecido dispuesto a recuperar a su hija y darle su merecido a su secuestrador. Don Juan sin embargo postrándose a sus pies le pide que le perdone, pues declara que su amor por doña Inés es verdadero y que su candidez ha logrado lo que no han conseguido encierros ni sermones de curas, volverle de un demonio en un ángel. Dice que hará cuanto el Comendador señale, pagará su penitencia si al final él le permite casarse con su hija honradamente. Pero el Comendador se niega a hacerle caso y declara que nunca será su esposa, que es un cobarde y que sospecha que esta es la última de las tretas de don Juan para salirse con la suya, pero que no lo logrará. Don Juan le dice que le quiso satisfacer, pero que ahora con armas habrá de probarle su honor y valentía.
Sale don Lis Mejía de su escondite reclamando también su venganza y así quedan los dos afrentados cara a cara con don Juan, se produce una reyerta y el Tenorio mata a sus dos adversarios. Sale Ciutti diciéndole a su amo que se arroje por el balcón para salvarse y así lo hace, oyéndoselo caer al río y ser recogido por el barco que se aleja rápidamente.
Al momento entran soldados y alguaciles en la habitación, seguidos de doña Inés y Brígida. Encuentran a los dos cadáveres. Doña Inés reconoce el cadáver de su padre. Los soldados ven alejarse el barco y claman justicia por doña Inés. "Pero no contra don Juan", exclama la enamorada.

SEGUNDA PARTE

ACTO PRIMERO: La sombra de doña Inés.

Panteón de la familia Tenorio. Estos tres actos restantes suceden en una noche, cinco años después de lo narrado anteriormente. En el hermoso jardín del cementerio se pueden observar en primer término los sepulcros de don Gonzalo de Ulloa, de doña Inés y de don Luis Mejía. Detrás de estos se observa el sepulcro de don Diego Tenorio.
El escultor admirando su obra ya terminada, se dispone a marcharse cuando llega don Juan embozado. Le pide al escultor que le explique, pues hace tiempo que falta de España y encuentra este recinto muy distinto. El escultor le dice que por supuesto pues antes aquello era un palacio que se convirtió en panteón por deseo de su propietario. Le dice que es una famosa historia a la cual él debe su fama y don Juan le pide que se la relate. El escultor le narra como habitó allí un caballero, don Diego tenorio, que tuvo al peor de los hijos, así que dejó su hacienda al que la convirtiera en panteón, con la condición de que se enterrara en él a aquellos que habían perecido por la maldad de su hijo. Le cuenta que él es el escultor que hizo todas las estatuas y le pregunta si conoció a los difuntos y al tal don Juan. Éste asiente y va reconociendo las estatuas allí presentes y tras defender el honor de tal caballero don Juan, de pronto divisa la estatua de doña Inés. Pregunta si ella también murió y el escultor le contesta que al parecer murió de sentimiento al volver al convento abandonada por don Juan. Éste le pide al escultor que le deje solo y le entregue las llaves del campo santo, más cuando le dice que es imposible descubre su identidad y amenazándolo le hace entregar las llaves.
Queda sólo don Juan en el panteón, observando que a los que la vida quitó dio una buena sepultura. Parece meditar sus acciones pasadas y así se dirige a la estatua de doña Inés diciéndole que desde que tuvo que huir no pensó en otra cosa que en ella y ahora que por fin consigue regresar, lo hace para encontrar su sepultura. Se apoya en el sepulcro y esconde su rostro entre sus manos como si llorara. De pronto un vapor envuelve la estatua de doña Inés y ésta desaparece. Don Juan sale de su estupor, cree sentir un ser sobrenatural y ve que la estatua ha desaparecido.
Aparece la sombra de doña Inés hablándole a don Juan. Éste cree enloquecer y escucha sus palabras. Ella le dice que ofreció su alma a Dios en precio de la alma impura de don Juan y éste le dijo que si tanto lo quería allí en su sepultura esperase a don Juan, y que su salvación dependerá de que él se arrepienta, más si no lo hace junto a su alma la de doña Inés perecerá. Así le dice que esa noche obre con conciencia pues es la fecha en donde se decidirá su destino y diciendo esto desaparece la sombra de Inés. Todo queda como antes menos la estatua que no vuelve a aparecer.
Don Juan queda atónito y piensa que todos son imaginaciones de su conciencia y reta a los difuntos a que salgan, para que él de nuevo los regrese a sus sepulturas.
Aparecen el capitán Centellas y Avellaneda llamando a don Juan Tenorio. Éste al verlos los trata de espectros, más ellos se identifican como amigos y lo saludan. Le preguntan qué hace allí y él les contesta que habla con sus difuntos. Ellos se mofan y le preguntan si tiene miedo de ellos y él altivo lo niega. Le piden que esa noche les cuente la historia de su regreso a Sevilla. Los invita a cenar esa noche a su hacienda para contarles la historia, pero antes de marcharse para demostrar que no tiene miedo a los espectros convida a la cena al Comendador dirigiéndose a su sepulcro. Centellas le dice que eso no es valor sino locura, más don Juan reafirma su invitación.

ACTO SEGUNDO: La estatua de don Gonzalo.

En el aposento de don Juan cenan sentados a la mesa con él, Centellas y Avellaneda. En la mesa se ve un cubierto más y una silla desocupada.
Don Juan relata como recibió el favor del emperador que le permitió regresar a Sevilla y como compró inmediatamente una casa amueblada que se vendió barato como pago a acreedores. Sirven vino y don Juan le dice a Ciutti que sirva al Comendador. Sus amigos se ríen de él, más les indica que aunque un amigo no haya podido venir no va a dejar de servirle como debe. Ríen y mientras brindan se oye un aldabonazo en la puerta de la calle. Manda don Juan a Ciutti que abra, pero él regresa diciendo que no se ve a nadie afuera. Vuelven a llamar y don Juan le dice a Ciutti que le dé un pistoletazo al bromista. Suenan más aldabonazos, pero esta vez en la escalera. Don Juan les dice a sus amigos que se trata de una broma por ellos tramada, pero los señores lo niegan. Mientras los aldabonazos suenan cada vez más cerca. Don Juan cierra los cerrojos de la puerta de la sala y les pide que vuelvan a cenar. Llaman ya a esa puerta y entonces Tenorio reta a los que llaman, pues si se trata de muertos por la puerta cerrada deben poder pasar. En ese momento la estatua de don Gonzalo pasa por la puerta sin abrirla y sin hacer ruido.
Centellas y Avellaneda caen desfallecidos al ver aquel portento. Don Juan exclama: "Es realidad o deliro". La estatua del Comendador le dice que por qué se asombra de encontrar allí al que él mismo convidó. Don Juan reconoce la voz del Comendador y le dice que como no sea un espectro no saldrá vivo de allí. La estatua le avisa que Dios le concedió el derecho a asistir a aquella cita para avisar a don Juan que hay una eternidad después de la vida y que él ha de morir mañana, por lo que Dios todavía le concede ese plazo para que ordene su conciencia. Entonces lo convida a que mañana se encuentre con él pagándole así la visita. Don Juan acepta la invitación pero dice que antes quiere cerciorarse de que se trata de un espectro. Toma su pistola pero antes de que pueda disparar éste desaparece atravesando la pared.
Don Juan duda de su visión y cree que sea causa de los licores ingeridos. Llama entonces a doña Inés que antes le dijo que a su lado aparecería si la necesitaba y entonces traspasando la pared aparece la sombra de la difunta. Ella le insta a que mañana acuda a la cita y con cordura acepte la muerte y ese día sus cuerpos dormirán en la misma sepultura. Desaparece la sombra.
Queda don Juan sorprendido y nervioso y piensa que esta fue treta de sus amigos que fingieron estar dormidos y tal broma le jugaron. Los despierta preguntándoles si es esto cierto mas lo9s dos dicen no saber nada y creen sin embargo que es don Juan el que los ha dormido con un veneno para luego poderles contar la historia de los difuntos. Se ensartan en tal discusión que acaban retándose a duelo.

ACTO TERCERO: Misericordia de Dios y apoteosis del amor.

En el panteón de la familia Tenorio aparece don Juan, embozado y distraído, lamentándose por la muerte de sus dos amigos, que dice buscaron su propia ruina. Ve que falta la estatua de don Gonzalo y llama al Comendador. El sepulcro se cambia en una parodia de mesa de convidado, con culebras, fuego y cenizas. Todos los otros sepulcros se abren y aparecen las osamentas de las víctimas de don Juan y la estatua de don Gonzalo. La única tumba que permanece es la de Inés.
La estatua le dice que ya su tiempo expira pues el capitán lo mató fuera de su casa. Don Juan exclama que ya no hay perdón para él y la estatua le pide que le dé la mano en señal de despedida. En ese momento exclama que como desaprovecha su último momento de redención de su mano ha de ir al infierno. Don Juan se intenta zafar de la mano de piedra mas todos los muertos se ciernen ya sobre él. Don Juan se inca de rodillas pidiendo perdón al cielo con una mano levantada. En ese momento aparece doña Inés tomando la mano de don Juan y dice que al entregar su alma salvó a la de su amado. Manda a los muertos regresar a sus sepulcros y exclama que el amor salvó a don Juan. Cae doña Inés sobre un lecho de flores y a su lado cae don Juan, de sus bocas salen sus almas como dos llamas brillantes que se pierden en el cielo al compás de la música.

28 agosto 2008

El Romanticismo


El Romanticismo

El Romanticismo, la expresión artística y literaria del pensamiento liberal, penetró por primera vez en España en 1820 y alcanzó su máxima importancia entre los años 1830-40, una década marcada por la vuelta del exilio de muchos liberales tras la muerte de Fernando VII. Habían recibido influencias del Romanticismo francés tardío sin seguir los modelos ingleses y alemanes. Mariano José de Larra (1809-37) fue su máximo exponente y el espíritu romántico se dejó sentir todavía a finales de siglo a través de la poesía del Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) y, de manera parcial, en el drama grandilocuente del primer ganador español del Premio Nobel, José Echegaray.
El Romanticismo daría paso al movimiento costumbrista de Mesonero Romanos y Estebánez Calderón; a la poesía de Espronceda y a las piezas teatrales del Duque de Rivas, García Gutiérrez, Hartzenbusch y José Zorrilla (Don Juan Tenorio).
Durante la segunda mitad de siglo la exaltación romántica de los valores nacionalistas estimuló la aparición de las culturas regionales. En Cataluña, se restablecieron los Juegos Florales y Rubio i Ors, Verdaguer (L´Atlàntida y Canigó) y Guimerá (Terra baixa y Mar i cel) iniciaron un renacimiento lingüístico y literario catalán (la Renaixença).
De un modo similar, Nicomedes Pastor Díaz puso las bases para el renacimiento de las letras gallegas, que producirían dos figuras de excepción: Rosalía de Castro y Curros Enríquez.
En el último tercio de siglo, el movimiento romántico encontró su contrapartida en la prosa realista relacionada con el costumbrismo, el retrato de costumbres y usos: Fernán Caballero, Alarcón y Pered fueron los mayores exponentes. En el teatro, hubo autores prominentes como el sofisticado escritor de comedias Tamayo y Baus y Ventura de la Vega, autor de sainetes (farsas en un acto) y libretos para zarzuelas. Las dos grandes figuras de este período fueron Juan Valera (1828-1905) y Benito Pérez Galdós (1843-1920). Galdós, padre de la novela contemporánea, recreó la historia mundial de los 70 años anteriores en sus Episodios Nacionales.
El Realismo y Costumbrismo dieron paso al Naturalismo, con tres figuras de excepción: Leopoldo Alas "Clarín", Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez.
El final del siglo XIX fue testigo de inquietudes artísticas, filosóficas, literarias y políticas. Las instituciones fundadas a principios de siglo -el Ateneos (asociación cultural) y las Sociedades Artísticas y Literarias-, alcanzaron su momento de mayor actividad. El idealismo ético y la filosofía krausista representaron la ideología fundamental de los intelectuales más progresistas, aunque hubo muchos que permanecieron fieles a ideas más tradicionales. Joaquín Costa y Giner de los Ríos iniciaron el movimiento regeneracionista que dio como fruto varios investigadores extraordinarios en el campo del estudio de la historia: Amador de los Ríos, Menéndez Pidal, Rafael Altamira, Mila y Fontanals. El filósofo tradicional más importante fue Marcelino Menéndez Pelayo. Al mismo tiempo, se produjo una recuperación gradual en las investigaciones científicas, sobre todo en el campo de la medicina, con figuras tan importantes como Jaime Ferrán y el que sería ganador del Premio Nobel, Santiago Ramón y Cajal.

Angel de Saavedra



Angel de Saavedra

Angel de Saavedra, dicho el Duque de Rivas, nació en Cordoba el 10 de Marzo de 1791 de muy aristocrática familia y falleció en Madrid el 22 de Junio de 1865. Hubo una educación vasta, una cultura francesa, la cual motivó su gusto por la literatura y el dibujo. Poeta y autor español, Angel de Saavedra hubo una vida atormentada. Numbcado oficial de la guarda del Rey después de ser criado en el seminario de los Nobles de Madrid, se distingue en el transcurso de la guerra de Independencía (1808) ; condenado a muerto por Fernando VII a causa de sus ideas liberales, conseguío a huir y se queda exiliado durante diez años en Inglaterra, en Italia, en Malta y en Francia. Vuelve a España después la amnistía de 1834, hereda el titulo de Duque y una grande fortuna ; convertido al conservadurismo, es ministro, presidente del Consejo de Estado, ambasador, director de la Real Academia de la Lengua.
Sus primeras poesías y sus primeras dramas son influencidas por el neoclásicismo (Meléndez, Valdéz y Quitana). Luego, el autor se orienta deliberamente hacia el Romanticismo y tres obras, sobretodo, son celebres. Primero, un poema en doce romanceros : El Moro Expósito (1834), cuyo tema trata de la leyenda del bastardo Mudarra y de sus hermanos. Es un fresco realista y fantástica, de las civilizaciónes arabes y cristianas en la España de la Edad Media. El prologo fue escrito por Alcalá Galiano. Don Alvaro o la fuerza del sino, cuyo primera representación tuvo lugar en Madrid en 1835, fue el triúnfo del Romanticismo sobre el Escenario ; este drama fue en España lo que Hernani había sido en Francía. Las aventuras tragicas de un heroe perseguido por el sino, el misterio y la muerte, el amor, con una mezcla de tipos y de tonos, lances imprevistos…
Todo contribuye en hacer una ilustración clamorosa del romanticismo. El Duque de Rivas se inspiró de lo real : tuvo una propriedad, ‘La Jarilla’ en Hornachuelos y conoció la leyenda de la ‘Mujer Penitente’. Verdi sacó de este éxito una ópera, La Forza del Destino (1862). Finalmente, el ultimo titulo glorioso del Duque son sus Romances históricos (1841) que trata de personajes y de peripecías de la historía nacíonal, desde el reinado de Pedro El Cruel hacia la batalla de Bailén.
El Duque de Rivas, realizando plenamente su vida, murió en 1865, pocos días después de la muerte de Antonio Galiano, su grán amigo.